Los tiburones afrontan mañana retos que ya superaron en 2004.
El técnico del Atlético Nacional, Juan Carlos Osorio, comenzó a enrarecer el ambiente para Junior con miras al partido de vuelta mañana en el estadio Atanasio Girardot de Medellín. En la conferencia de prensa posterior al juego que el equipo barranquillero le ganó 1-0, manifestó sus dudas en la jugada de gol que anotó Édinson Toloza. Dijo que había visto varias veces la repetición de la acción y que le parecía que en la misma hubo fuera de lugar del delantero rojiblanco.
Lo expresado por Osorio transmitió cierto grado de ilegalidad en la victoria del Junior en el primer duelo de la final y eso lo asimilaron algunos de sus jugadores, que luego del encuentro coincidieron en que el tanto debió ser invalidado.
Lo anterior, de cara al partido de mañana en la Capital de la Montaña, es caldo de cultivo para que el hincha del equipo antioqueño ejerza una presión para el árbitro que dirija la contienda, adicional a la que de por sí significa pitar un partido en una plaza como Medellín, más contra Atlético Nacional.
Esta serie de artimañas las experimentó el cuadro barranquillero en la final de 2004, ante el mismo equipo Verdolaga. En aquella ocasión, después de ganarle 3-0 en la ida, en el Metropolitano, Nacional salió como una tromba a arrasar a los dirigidos por el Zurdo López. Evidentemente lo consiguió con argumentos futbolísticos y le logró dar vuelta a un marcador que parecía irremontable, pero hubo factores externos que contribuyeron para que el verde sacara provecho de la situación.
Uno de ellos fue lograr que Junior no jugara con su uniforme tradicional de rayas rojas y blancas. A pocos minutos de saltar al campo, el delegado del equipo Tiburón fue informado de que no podía utilizarse dicha indumentaria porque confundiría a quienes iban a realizar la transmisión por televisión (Canal RCN, de los mismos dueños del equipo). El uniforme alterno del Junior en ese tiempo era totalmente blanco, pero tampoco aceptaron que jugara con este. Tuvo que hacerlo con una camiseta de entrenamiento, de color amarillo, cuyos números no correspondían a los que generalmente usaron los jugadores durante el campeonato.
Esto, por supuesto, sacó de concentración a los integrantes de la plantilla rojiblanca, que ya en el partido se encontraron con otro recurso ‘novedoso’ para tratar de sacar ventaja por parte del local: los recogebolas. Nunca antes en la historia del fútbol hubo tantos recogebolas en un partido y se vio que los entrenaron para que se perdiera el menor tiempo posible en cada saque de banda o tiro de esquina. Cada vez que una pelota salía, inmediatamente estaba otra de vuelta, lo que al Junior lo tomó varias veces desacomodado.
En el terreno de juego primó la táctica de la intimidación, encabezada por el Chicho Serna, quien se encargó de recordarles a los jugadores del Junior que no iban a salir vivos del Atanasio Girardot. En las graderías, el ambiente fue hostil contra el árbitro Óscar Julián Ruiz, que se vio en apuros en los primeros minutos cuando fue herido con un guijarro uno de sus asistentes. Ruiz, sin embargo, le cobró a Nacional todas sus martingalas con los recogebolas, a los que retiraron cuando estaba en ventaja 5-1, al no dar tiempo de reposición cuando Walter Ribonetto marcó el segundo gol del Junior, que forzó la definición por tiros desde el punto penal.
Muchas de estas cosas, Nacional intentará volver a ponerlas en práctica mañana en el Atanasio Girardot. La diferencia es que el plantel actual del Junior tiene mayor experiencia que aquel que dio la vuelta olímpica hace 10 años en ese escenario. Y un técnico que también conoce mucha letra menuda como Julio Comesaña. El colombo uruguayo tiene mucha vivencia y se nota que ha aprendido de los errores del pasado, como ocurrió en el previo al partido contra Nacional, en Barranquilla, donde no permitió las distracciones de hace 5 años en la final ante Once Caldas.
Osorio tendrá, entonces, que valerse de recursos diferentes, y futbolísticos, en lugar de extender un manto de duda sobre la nítida victoria que obtuvo Junior en Barranquilla.
Fuente: el heraldo
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